jueves, 22 de agosto de 2013

El docente como agente de cambio en la educación chilena

Durante el último tiempo, al ver e investigar distintas realidades acerca de la educación en otros países, especialmente sobre el fenómeno finlandés, siempre me pregunto qué de todo eso podemos rescatar positivamente para implementar en nuestro país y qué no funcionaría al aplicarlo en nuestra educación actual y contexto social. Es curioso como la mayoría de la gente con la que converso acerca de esto, expresa muchas cosas que no se podrían insertar en nuestra educación y en varias estoy de acuerdo. Pero, ¿Por qué en Chile no estamos preparados para adquirir mañana todas las características de una educación como la de Finlandia?.
Me he podido percatar de como la sociedad chilena carece de confianza en el sistema educacional, y de manera especial en la educación municipalizada. Le echamos la culpa al Estado, al sistema, a la infraestructura, a los niños, pero no pensamos en que la calidad de la educación tiene que ver en cierta parte con algo mucho mas cercano, los propios docentes; docentes a los que muchos padres les confían gran parte del tiempo de sus hijos y la responsabilidad de educarlos con plena certeza en lo que hacen. Confianza, de que sus guías que los reciben día a día en la sala de clases están enteramente capacitados para encaminarlos hacia el lugar indicado. Esto requiere de cierta maestría que no todos tienen, y de una formación dentro de los parámetros de la profesión docente adecuada, profesional y comprometida.
Tal vez muchas de las cosas que suceden en nuestra educación y que hacen que la sociedad desconfíe de ella (aranceles, directivos, brechas entre los colegios) no podemos solucionarlas, pero el verdadero cambio social y de mentalidad lo podemos lograr nosotros mismos en el lugar menos pensado: el aula de clases.
Enfocar la labor docente hacia una visión profesional y dedicada a la tarea educativa es una misión que debemos adquirir a la hora de pensar en la docencia. Somos capaces de crear en nuestros alumnos altas expectativas, incluso en aquellos que tienen una realidad compleja y pueden, a través de nosotros, salir de esas limitaciones y soñar con una mejor calidad de vida.
Si tuviera que responder la pregunta que hice al inicio de este texto, diría que todas las características de la educación de Finlandia podrían ser también de la educación Chilena, para eso hay que pensar en mejorar el futuro y consigo, que exista un cambio en las nuevas generaciones. Tal vez la transformación pueda durar años, pero muchos como yo seremos los docentes de las generaciones futuras y podemos poner las expectativas en el desarrollo de una nueva educación, en la que ocupemos un lugar fundamental para enseñar a nuestros estudiantes lo que en Finlandia saben:  La riqueza de la nación está en los niños, y éstos mismos el día de mañana se preocupen de hacer de esto una realidad.

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